En medio de estas tensiones, Vladimir Putin firmó una actualización de la doctrina nuclear rusa, ampliando las condiciones para el uso de armas nucleares. El documento establece que un ataque convencional contra Rusia, si es respaldado por una potencia nuclear, será considerado un ataque conjunto, lo que podría desencadenar una respuesta atómica. También contempla la posibilidad de emplear armas nucleares ante amenazas críticas para la soberanía e integridad territorial de Rusia y su aliada Bielorrusia.
Aunque el documento no garantiza una respuesta nuclear automática, amplía los escenarios en los que Rusia podría considerar su uso, dejando margen para interpretaciones. Además, refuerza la idea de que un ataque contra Rusia por parte de un miembro de una alianza militar, como la OTAN, se verá como una agresión de todo el bloque.
El conflicto entre Rusia y Ucrania continúa escalando, con implicaciones potencialmente globales. Mientras ambas partes endurecen sus posturas, las perspectivas de una solución negociada parecen cada vez más lejanas.